El Dilema del Capitán James
Updated: Nov 28
En el corazón de una ciudad bulliciosa, llega un llamado: "Incendio estructural en edificio residencial. Posible atrapamiento." El capitán James, un bombero experimentado, y su equipo se dirigen rápidamente al lugar. Las llamas envuelven el edificio mientras los vecinos gritan que dos niños están atrapados en el segundo piso. El fuego se propaga rápidamente y parece inminente un colapso estructural.
Frente a esta situación crítica, el capitán James se debate entre dos opciones: arriesgar la vida de su equipo para salvar a los niños o priorizar la seguridad de su tripulación y esperar refuerzos. La situación representa un clásico escenario de teoría de juegos, un dilema del prisionero entre la acción inmediata y la cautela estratégica. Cada decisión conlleva consecuencias graves. Si el capitán James decide entrar sin un equipo completo, aumenta la probabilidad de salvar a los niños, pero el riesgo para su equipo es enorme. Si espera, los refuerzos pueden llegar demasiado tarde para salvar a los niños, aunque garantizarían la seguridad de los bomberos.
La teoría de juegos, un campo desarrollado inicialmente para analizar decisiones estratégicas en economía, puede arrojar luz sobre el dilema del capitán James. En este "juego", los jugadores—James y su equipo—deben sopesar resultados cooperativos (todos sobreviven) frente a resultados competitivos (elegir entre la vida y la pérdida). La estrategia dominante no está clara, ya que el resultado óptimo depende de información incompleta: ¿qué tan estable es la estructura? ¿Cuánto tiempo pueden sobrevivir los niños?
En cursos de liderazgo en la Escuela de Negocios de Harvard, a menudo se discuten estos dilemas, enfatizando que los líderes deben tomar decisiones de alto riesgo sin conocimiento perfecto, basándose en principios que se alineen con su misión y valores.
Inspirándose en la sabiduría de los filósofos estoicos, el capitán James podría considerar cómo Marco Aurelio destacaba que cumplir con el propio deber es fundamental. Para James, esto significa actuar al servicio del público y encarnar el valor que se espera de un bombero. El estoicismo también aboga por usar la lógica sobre la emoción, recordando a los líderes que evalúen los riesgos y se concentren en lo que está bajo su control: el entrenamiento, la estrategia y los recursos disponibles. Finalmente, el concepto estoico de Memento Mori, un recordatorio de la mortalidad, puede guiar a James hacia una decisión alineada con los valores de proteger la vida, incluso bajo la sombra del peligro.
Las clases de ética en las principales escuelas de negocios, como Harvard o Wharton, destacan el principio del utilitarismo, que prioriza maximizar el bien para el mayor número de personas. En este caso, la decisión de James debería idealmente salvar la mayor cantidad de vidas mientras se minimizan los daños. Sin embargo, el enfoque deontológico, que defiende actuar según el deber independientemente del resultado, podría impulsarlo a intentar un rescate a pesar de los riesgos.
Tras una breve pero calculada evaluación, el capitán James toma su decisión. Instruye a su equipo para que ejecute una operación de ventilación, entrada y búsqueda (VES) de alto riesgo. Utilizando su entrenamiento y confianza mutua, priorizan la rapidez y la precisión. Dos bomberos ingresan mientras el resto trabaja para estabilizar la escena. Momentos después, los niños son rescatados y el equipo se retira justo cuando el edificio colapsa.
Más tarde, el capitán James reflexiona sobre la decisión junto a su equipo. La operación fue un éxito no por suerte, sino gracias a la preparación, la confianza y la adhesión a su marco ético. Esta operación recuerda a los bomberos la importancia del entrenamiento riguroso, la confianza en el trabajo en equipo y la comprensión de los principios éticos para guiar decisiones tomadas en fracciones de segundo. También resalta el valor de inspirarse en la filosofía y las teorías de liderazgo para navegar dilemas complejos.
Al integrar las lecciones de la teoría de juegos, la ética y el estoicismo, los servicios de emergencia pueden desarrollar una mentalidad preparada para cualquier desafío.
Quiero hacer un paréntesis de reflexión basado en mis propias experiencias. Durante 30 años, he llevado conmigo, o más bien he cargado, el rostro de dos niñas que fallecieron en circunstancias distintas pero igualmente marcantes.
En uno de los casos, nunca pude hacer nada. Llegué cuando ya había fallecido a causa del impacto de un accidente en la carretera Ventanilla, en El Callao. Sin embargo, por alguna razón, nunca he podido olvidar su rostro ni las circunstancias de su muerte. Era una niña sin ningún rasguño, sin ninguna señal aparente que indicara lo ocurrido, como si simplemente estuviera dormida. Pero un doctor en una posta médica ya había certificado su fallecimiento. Mi misión en ese momento era encontrar a la hija de la familia, que, según algunos testigos, había sido rescatada por conductores y llevada a la posta médica en medio del pandemonio del accidente. Había incertidumbre sobre si la niña estaba deambulando o si, tras caminar, se había desplomado en algún lugar cercano.
La segunda niña, cuyo rostro y presencia aún me atormentan, merece un artículo aparte. Pero puedo afirmar que, si el capitán James de nuestra historia no hubiera entrado al rescate y hecho todo lo posible por salvar a esos niños, incluso siendo más cauteloso, seguramente habría creado su propio infierno. Una experiencia como esa lo perseguiría por el resto de su vida.
Creo firmemente que morir cumpliendo con el deber es un mejor final que vivir con la carga de no haber hecho más cuando había una oportunidad, por pequeña que fuera.
José Musse
New York City
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