La Epidemia de Bomberos con Barba
- José Musse
- Apr 14
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Últimamente, varios bomberos en el Perú han comenzado a dejarse barba, desafiando abiertamente las normativas internacionales de seguridad. Esta práctica no es discreta: se muestra con orgullo en redes sociales, como ocurre en una reciente publicación de la Compañía de Bomberos San Isidro 100. En ella, los miembros destacan que no son personal administrativo, sino bomberos operativos que, además de servir a la comunidad, son también ingenieros y abogados. Esta combinación de voluntariado y profesionalismo puede parecer admirable; sin embargo, plantea una pregunta fundamental: si un bombero no puede usar adecuadamente una máscara de protección debido a su barba, y por ende no puede protegerse a sí mismo, ¿cómo va a proteger eficazmente a los demás?
Las normas de seguridad ocupacional son claras y no están sujetas a interpretación. La regulación OSHA 29 CFR 1910.134(g)(1)(i)(A) establece que:
Los empleadores deben asegurarse de que los trabajadores no usen respiradores de ajuste hermético si tienen vello facial que interfiera con la superficie de sellado del respirador o que afecte el funcionamiento de la válvula.
Asimismo, la norma NFPA 1500 del programa de seguridad ocupacional para cuerpos de bomberos especifica que:
Cualquier vello facial que pueda interferir con el sellado de la mascarilla está prohibido para el personal que deba usar SCBA durante operaciones.
Estas disposiciones han sido conocidas por los bomberos peruanos desde hace décadas. Permitir que se ignoren representa una ruptura grave de los principios de seguridad y una falta de respeto hacia la función pública que los bomberos deben cumplir. Si no aplican los estándares más básicos de autoprotección, ¿con qué autoridad moral pueden exigir medidas de seguridad a terceros?
Esto no es solo una anécdota aislada. Revela un problema estructural más profundo: si se pasa por alto un principio tan elemental como el uso correcto del SCBA, ¿cuántas otras prácticas, tácticas y fundamentos de seguridad estarán siendo igualmente ignorados?
La situación pone en entredicho no solo la capacidad técnica de los bomberos involucrados, sino también el estado general de la disciplina dentro del servicio. ¿Cuántas estaciones están permitiendo esta “epidemia” de barbas? ¿Cuántos bomberos se encuentran operando en condiciones que comprometen su propia seguridad y la de sus compañeros?
La última pregunta es quizá la más preocupante: ¿cuántos oficiales han visto esta situación y no han actuado? Esta inacción no solo demuestra incapacidad, sino también una negligencia inaceptable. En esa cadena de mando deben existir decenas de oficiales que han fallado en su deber y que, por tanto, no merecen ostentar el rango.
Da la impresión de que los jefes Juan Carlos Morales Carpio y José Germán Medina Arzola están sobrepasados por la responsabilidad de sus cargos. No han sabido ni podido ejercer la autoridad necesaria para corregir a su personal. Definitivamente no saben lo que estan haciendo.
Urge una reestructuración profunda del Cuerpo General de Bomberos Voluntarios del Perú. La seguridad de los ciudadanos y la dignidad de la profesión así lo exigen.
José Musse
New York City
Fuente: Redes sociales de la Compañia de Bomberos San Isidro 100.
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