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  • José Musse

El gran Ricardo Acuta


No ha tenido la Compañía de Bomberos Antonio Alarco 60 mejor chofer que don Ricardo Acuta. Serio, poco hablador. Cuando dice algo, vale la pena escuchar. Está retirado, jubilado, pero siempre lo llevo en mis pensamientos. Lo recuerdo con cariño y gratitud. He escrito antes de él. Él ya era un chofer veterano cuando a mis 18 años recién cumplidos ingresé al servicio de emergencias. Ser primer puesto de mi promoción bomberil no le impresionó, se necesita algo más concreto y relevante para impresionar a esta leyenda.


La última vez que lo ví fue cuando visité mi país en el 2010. Salía de casa, cuando justo al frente de mi puerta pasaba el autobomba de la 60 que conducía. Me vio y saludó amablemente, con una sonrisa de cariño. No cruzamos palabra alguna.


Como bombero voluntario, uno podía salir a una emergencia solo con el chofer. Habían tres récords que quería en esos tempranos días de mi carrera. Ser primer puesto, ser el primero de mi promoción en salir al mando y tener el mayor número de emergencias anuales. El primero lo obtuve con solo estudiar y practicar, el segundo fue pura suerte, es más que asistencia. Creó el primer año fui cuarto o quinto, entre los bomberos con mayor respuestas a emergencias en mi unidad.


Fui el primero al salir al mando, porque era el único bombero disponible en mi estación en ese momento. Ese día Ricardo Acuta, subiendo al autobomba y arrancandolo la unidad, me dio una mirada muy expresiva, estaba diciéndose así mismo ⎯⎯Dios mío, qué voy a ser con este chiquillo⎯⎯ Tuve suerte de primerizo, fácil control. Nada serio que un inexperto bombero pésimamente entrenado no pudiera resolver. La segunda vez que salí al mando, el caso se complicó, pedí ayuda.


Así es la vida, aprendizaje. Los años pasaron y poco a poco don Ricardo Acuta fue confiando en mí. Mis conocimientos mejoraron, mi experiencia se incrementó, ahora era yo el que ayudaba a los novatos.


Un día llamé a mi estación y hablé con él, ⎯⎯voy a estar en casa. Si quieres, y si hay una emergencia puedes pasar por mi⎯⎯ Algo que nunca debe hacerse y es totalmente reprochable, pero lo hice muchas veces. El asunto es que me olvidé ese día de haberle llamado y me metí a la ducha. Estaba totalmente enjabonado cuando escuché la sirena de un vehículo de emergencias aproximándose. Mi ducha de casa tiene una ventanilla que da hacia la calle. Acuta estaba con el autobomba debajo de mi ventana. Le pregunté si tenía mi uniforme y claro. Pantalon, botas, casaca, casco, etc. Estaban ahí esperándome.


Salí casi desnudo, cubriendome lo mejor que pude. No es que haya mucho que tapar o mucho que enseñar, pero ahí estaba vistiéndome dentro de la unidad, con shampoo en el cabello y espuma de jabón en todo el cuerpo, mientras nos dirigimos a un incendio en la Avenida Tomás Valle. Una mano en el pantalón mientras acomodaba una pierna y con la otra mano hablaba por radio con la central de bomberos. Éramos Ricardo Acuta y yo. Me alegro que no haya habido alguna dama bombero presente en la cabina, caso contrario habría tenido que decirle que tenía frío.


Fueron muchas veces las que fui recogido en casa para responder a emergencias, en algunos casos porque Ricardo Acuta no confiaba en los otros bomberos que iban en la cabina con él. En alguna ocasión un oficial de mayor jerarquía le dio una orden durante la respuesta a un incidente y él sutilmente me miró buscando mi aprobación y mientras no asentí, no movió un dedo.


La hidráulica aplicada al combate de incendios ha sido el tema que más me ha fascinado y al que más horas he dedicado en su entendimiento. La autobomba internacional que usábamos tenía una placa de cálculos operativos de la fabricante Grumman que indicaba datos sobre despliegue de mangueras por distancia y pérdida por fricción. Ningún bombero me la supo explicar, hasta que la llegué a descifrar. Varias veces quise compartir esta información clave con otros bomberos, pocos mostraron interés y la mayoría descartaron siquiera entender el valor. No fue el caso de Ricardo Acuta. No era él bombero, pero estaba interesado, siempre interesado en realizar un buen trabajo.


He conocido muchos bomberos peruanos de los que no puedo sentirme orgulloso. Ahí, en toda esa oscuridad brilla más que nunca don Ricardo Acuta, un empleado público, un modesto hombre, de carácter impecable, que ha trabajado mejor que mil bomberos.


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