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Fernando Bermejo Martín

Acercamiento social


Buscaba un desayuno tranquilo a primera hora de la mañana. La cafetería acababa de abrir y solo un único cliente tomaba café en la terraza. Saludé respetuoso y elegí una mesa suficientemente apartada de él. Tiempos de pandemia, ya se sabe. Mi compañero de desayuno no se conformó con devolverme el saludo, me informó también de que el camarero no tardaría en salir y de que él, que dominaba desde su posición junto a la puerta el interior del establecimiento, le avisaría de mi presencia. Como así hizo.


Degustando mi café con churros me vi involucrado en una inesperada conversación con mi solitario y desconocido compañero. Me contó que solía ir allí todos los días y que no me había visto antes. Empezó con algunas frases sueltas, por supuesto incluyendo su nombre, a las que yo apenas prestaba una mínima atención por cortesía. No soy muy dado a conversaciones con desconocidos y al principio me resistía a seguirle la corriente, pero su educada persistencia que no exigía nada de mí acabó llevándome a su terreno.


Me dijo que era militar retirado. Que una esclerosis iba deteriorando poco a poco su capacidad física (una muleta reposaba junto a él en otra silla). Me habló de sus orígenes, su trayectoria profesional, de que fumar era su única debilidad, de cómo su enfermedad había ido apartando a muchos amigos y entendí que aquella tempranera conversación, para mí intrascendente, era para él una mínima necesidad vital. Acabé disfrutando su compañía.


Al final llegó un tercer cliente que resultó ser bien conocido de mi interlocutor. Me lo presentó educadamente como si ya fuésemos buenos amigos, y la conversación pasó a temas de interés común de ellos. Terminé mi desayuno y me despedí hasta la próxima ocasión. No he vuelto allí.


Camino de casa iba pensando que en estos tiempos en los que por razones sanitarias se exige un alejamiento social, muchas personas verán aún más acrecentada su soledad. Las mascarillas nos ocultan el rostro y el miedo al contagio nos separa incluso de nuestros amigos. Besos y abrazos aplazados esperan de mejores circunstancias para volver. Tiempos difíciles para todos, pero mucho más para quienes viven solos o abrumados por otros problemas que hacen cada día más difícil su vida. No somos conscientes de cuantas personas precisan un acercamiento social que hoy se nos niega.


Foto: Porapak Apichodilok.

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